¿Por qué algunas personas con problemas de drogadicción no pueden dejar de consumir drogas?
Al principio casi todos los adictos creen que pueden dejar de usar drogas por sí mismos, y la mayoría trata de hacerlo sin recibir tratamiento. Aunque algunas personas sí lo logran, muchos intentos fracasan cuando se quiere lograr la abstinencia a largo plazo.
Las investigaciones han mostrado que el abuso de drogas a largo plazo produce cambios en el cerebro que persisten por mucho tiempo después de que se dejan de consumir las drogas.
Estos cambios en la función cerebral inducidos por las drogas pueden tener muchas consecuencias sobre el comportamiento, lo que incluye la incapacidad para ejercer control sobre el impulso de usar drogas a pesar de las consecuencias adversas, característica determinante de la adicción.
El uso de drogas a largo plazo produce cambios significativos en la función cerebral que pueden persistir por mucho tiempo después de que se han dejado de consumir las drogas.
El hecho de que la adicción tenga un componente biológico tan importante puede ayudar a explicar la dificultad para lograr mantener la abstinencia si no se recibe tratamiento. La presión psicológica del trabajo, los problemas familiares, una enfermedad psiquiátrica, el dolor asociado con problemas médicos, las señales sociales (como encontrarse con conocidos de la época cuando usaba drogas) o el entorno (como encontrarse en ciertas calles, ver algunos objetos o hasta sentir olores asociados con el uso de drogas) pueden despertar impulsos intensos de consumir drogas sin que la persona se percate cuál ha sido el factor desencadenante.
Cualquiera de estos factores puede impedir una abstinencia sostenida y aumentar la probabilidad de una recaída. Sin embargo, las investigaciones indican que la participación activa del paciente en el tratamiento es un componente esencial para alcanzar buenos resultados y puede beneficiar incluso a las personas con las adicciones más severas.
¿En qué consiste el tratamiento para la drogadicción?
El tratamiento para la drogadicción tiene como finalidad ayudar al adicto a dejar la búsqueda y el consumo compulsivos de la droga. El tratamiento puede darse en una variedad de entornos, de muchas formas distintas y por diferentes periodos de tiempo. Puesto que la drogadicción suele ser un trastorno crónico caracterizado por recaídas ocasionales, por lo general no basta con un solo ciclo de tratamiento a corto plazo.
Para muchas personas, el tratamiento es un proceso a largo plazo que implica varias intervenciones y supervisión constante. Existen varios enfoques con base científica para tratar la drogadicción. El tratamiento para la drogadicción puede incluir terapia de la conducta (como terapia individual o de grupo, terapia cognitiva o manejo de contingencias), medicamentos o una combinación de ellos.
El tipo específico de tratamiento o la combinación de tratamientos varía según las necesidades individuales del paciente y, con frecuencia, según el tipo o los tipos de drogas que use.
La gravedad de la adicción y los intentos anteriores para dejar de consumir drogas también pueden influir en el enfoque del tratamiento. Finalmente, los adictos suelen sufrir de otros problemas de salud (incluyendo otros trastornos mentales), ocupacionales, legales, familiares y sociales, los cuales deben tratarse de forma concurrente.
Los mejores programas de tratamiento ofrecen una combinación de terapias y otros servicios para satisfacer las necesidades individuales de cada paciente. Las necesidades específicas pueden relacionarse con aspectos como la edad, raza, cultura, orientación sexual, sexo, embarazo, consumo de otras drogas, problemas de salud concurrentes (p. ej., depresión, VIH), crianza de hijos, vivienda y trabajo, además de antecedentes de abuso físico y sexual.
El tratamiento para la drogadicción puede incluir terapia de la conducta, medicamentos o una combinación de ellos. Hay medicamentos, como la metadona, la buprenorfina y la naltrexona, que se usan para tratar a personas adictas a las sustancias opioides, mientras que para los adictos al tabaco existen preparados de nicotina (parches, chicles, pastillas y vaporizador nasal) además de los medicamentos vareniclina y bupropión.
El disulfiram, el acamprosato y la naltrexona son medicamentos usados para tratar la dependencia al alcohol, la cual se presenta comúnmente junto con otras drogadicciones. De hecho, la mayoría de las personas con adicción severa son consumidores de diversas drogas y requieren tratamiento para todas las sustancias que abusan.
Incluso se ha comprobado que las personas que tienen problemas con el alcoholismo y el tabaquismo pueden recibir tratamiento simultáneamente para ambos problemas.
Los medicamentos psicoactivos, como los antidepresivos, los ansiolíticos, los estabilizadores del estado de ánimo o los anti psicóticos pueden ser críticos para el éxito del 12 tratamiento cuando los pacientes tienen trastornos mentales simultáneos, tales como depresión, trastorno de ansiedad (incluyendo el trastorno de estrés postraumático), trastorno bipolar o esquizofrenia.
Las terapias de la conducta pueden ayudar a motivar a los toxicómanos a participar en el tratamiento para las drogas, ofrecen estrategias para afrontar el deseo de consumirlas, enseñan maneras de evitar las drogas y prevenir las recaídas, y ayudan en el manejo de las recaídas en caso de que éstas ocurran. Las terapias de la conducta también pueden ayudar a mejorar las destrezas de comunicación, las relaciones interpersonales y la crianza de hijos, así como la dinámica familiar.
Muchos programas de tratamiento emplean terapias tanto individuales como de grupo. La terapia de grupo puede brindar refuerzo social y ayudar a fomentar la abstinencia y un estilo de vida sin drogas. Algunos de los tratamientos conductuales más establecidos, como el manejo de contingencias y la terapia cognitiva conductual también se están adaptando para uso con grupos a fin de mejorar la eficacia y el ahorro de costos.
Sin embargo, sobre todo en adolescentes, puede haber un peligro de efectos iatrogénicos o involuntarios del tratamiento en grupo; es por ello que los terapeutas capacitados deben estar al tanto de tales efectos y monitorearlos.
Puesto que trabajan en distintos aspectos de la adicción, las combinaciones de terapias de la conducta y medicamentos (cuando los hay) por lo general parecen ser más eficaces que cualquier enfoque usado por sí solo.
El tratamiento del abuso y la adicción a las drogas se efectúa en distintos entornos usando una variedad de enfoques farmacológicos y conductuales. 1
¿Es eficaz el tratamiento para la drogadicción?
Además de detener el abuso de drogas, la meta del tratamiento es que el paciente vuelva a funcionar productivamente en la familia, el trabajo y la sociedad. De acuerdo con estudios de seguimiento de pacientes que han estado en tratamiento durante periodos prolongados, la mayoría de los que entran y permanecen en tratamiento dejan de usar drogas, reducen su actividad delictiva y mejoran su desempeño ocupacional, social y psicológico.
Por ejemplo, se ha demostrado que los toxicómanos que reciben tratamiento con metadona muestran una mayor participación en la terapia de la conducta y una reducción tanto en el consumo de drogas como en el comportamiento delictivo. Sin embargo, los resultados de los tratamientos individuales dependen del alcance y la naturaleza de los problemas que presente el paciente, de la calidad del tratamiento y los servicios relacionados usados para tratar estos problemas, y de la calidad de la interacción entre el paciente y los proveedores del tratamiento.
Comparación de los índices de recaída entre la drogadicción y otras enfermedades crónicas
D I A B E T E S T I P O I
3 0 a 5 0 %
D R O G A D I C C I Ó N
H I P E R T E N S I Ó N
5 0 a 7 0 %
A S M A
5 0 a 7 0 %
Los índices de recaída para la adicción se asemejan a los de otras enfermedades
crónicas como la diabetes, la hipertensión y el asma.
Al igual que otras enfermedades crónicas, la adicción puede ser manejada con éxito. El tratamiento permite contrarrestar los efectos sumamente disruptivos que tiene la adicción sobre el cerebro y el comportamiento y que el paciente recupere el control de su vida. La naturaleza crónica de la enfermedad significa que la reincidencia en el abuso de drogas no sólo es posible sino también probable, con índices de recaída similares a los de otras enfermedades crónicas bien caracterizadas, tales como la diabetes, la hipertensión y el asma (véase el diagrama “Comparación de los índices de recaída entre la drogadicción y otras enfermedades crónicas”), que tienen componentes tanto fisiológicos como conductuales.
Lamentablemente, cuando ocurre una recaída muchos consideran que el tratamiento ha sido un fracaso. Pero no es así. El tratamiento exitoso de la adicción suele requerir una evaluación continua y modificaciones que sean apropiadas, semejantes al enfoque adoptado para otras enfermedades crónicas. Por ejemplo, cuando un paciente recibe tratamiento activo para la hipertensión y los síntomas disminuyen, se considera que el tratamiento es exitoso, aun cuando los síntomas puedan reaparecer al descontinuar el tratamiento. Para el paciente con adicción, las recaídas en el abuso de drogas no indican fracaso; más bien significan que el tratamiento tiene que ser restablecido o ajustado, o que se necesita un tratamiento alternativo (véase el diagrama “¿Cómo evaluamos la eficacia de un tratamiento?”).
¿Se justifica el costo del tratamiento para la drogadicción?
Los costos del abuso de sustancias le cuestan a los Estados Unidos más de medio billón de dólares anualmente y el tratamiento puede ayudar a reducir esos costos.
Se ha demostrado que el tratamiento para la drogadicción reduce los costos sociales y de salud en una escala mucho mayor que el costo mismo del tratamiento. El tratamiento es mucho menos costoso que sus alternativas, como es el encarcelamiento de los adictos. Por ejemplo, el costo promedio de un año de tratamiento de mantenimiento con metadona es de alrededor de $4,700 DOLARES por paciente, mientras que un año de prisión cuesta aproximadamente $24,000 DOLARES por persona. El tratamiento de la drogadicción reduce el consumo de drogas y sus costos sociales y de salud. De acuerdo con varios cálculos conservadores, cada dólar invertido en programas de tratamiento de la adicción proporciona un retorno de entre $4 y $7 solamente en la reducción de los delitos relacionados con las drogas, los costos al sistema de justicia penal y el robo. Cuando se incluyen los ahorros relacionados con el cuidado de la salud, los ahorros totales pueden superar los costos
en una proporción de 12 a 1. También existen ahorros importantes para la persona y para la sociedad, que provienen de la disminución considerable de los conflictos interpersonales, el aumento de la productividad laboral y la reducción de los accidentes vinculados con las drogas, como las sobredosis y muertes.
¿Cuánto tiempo suele durar el tratamiento de la drogadicción?
Durante el tratamiento de la drogadicción, cada persona avanza a ritmo diferente, por lo que no existe una duración predeterminada para el tratamiento. Sin embargo, las investigaciones han demostrado sin lugar a dudas que la obtención de buenos resultados depende de un tiempo adecuado de tratamiento.
Generalmente, para los tratamientos residenciales o para pacientes externos, tiene poco efecto la participación en un programa por menos de 90 días y, por eso, a menudo se aconsejan tratamientos que duren periodos mucho más largos. Para el mantenimiento con metadona, el mínimo de tiempo en tratamiento es de 12 meses; en algunos casos, las personas adictas a los opioides se siguen beneficiando del tratamiento de mantenimiento con metadona durante muchos años.
La obtención de buenos resultados depende de un tiempo adecuado de tratamiento.
El abandono del tratamiento es uno de los mayores problemas que afrontan los programas de tratamiento; por lo tanto, las técnicas de motivación que mantengan a los pacientes comprometidos con el tratamiento también mejoran los resultados. Al considerar la adicción como una enfermedad crónica y ofrecer continuación de cuidados y supervisión, los programas pueden tener éxito, pero para ello a menudo se requerirán varios ciclos de tratamiento y la pronta reincorporación de los pacientes que han recaído.
¿Qué ayuda a que los pacientes se mantengan en el tratamiento?
Ya que lograr resultados exitosos a menudo depende de que el paciente se mantenga en tratamiento el tiempo suficiente para poder recibir todos sus beneficios, es esencial aplicar estrategias para retener a los pacientes en el tratamiento.
La permanencia del paciente depende de factores asociados tanto con el paciente como con el programa. Los factores individuales asociados con la decisión de entrar y mantenerse en el tratamiento incluyen la motivación para cambiar el comportamiento de uso de drogas, el grado de apoyo de la familia y las amistades y, con frecuencia, el grado de presión que ejerzan el sistema de justicia penal, los servicios de protección infantil, los empleadores o la familia.
Dentro del programa de tratamiento, los profesionales clínicos que tienen éxito son los que logran establecer una relación terapéutica positiva con sus pacientes. Estos profesionales deben asegurarse de que se establezca un plan de tratamiento con la cooperación de la propia persona que lo requiere, de que el mismo sea cumplido y de que se entiendan claramente las expectativas para el tratamiento. Igualmente, se debe contar con servicios médicos, psiquiátricos y sociales.
La permanencia del paciente en el tratamiento depende de factores asociados tanto con el paciente como con el programa. Ya que algunos problemas (tales como una enfermedad física o mental grave o la participación en actividades delictivas) aumentan la probabilidad de que los pacientes abandonen el tratamiento, es posible que se requieran intervenciones intensivas para retener a los pacientes. Después de un ciclo de tratamiento intensivo, el proveedor debe asegurarse de que exista una transición a una continuación de cuidados más moderados para apoyar y supervisar a los individuos en su proceso de recuperación.
¿Cómo logramos que más personas con problemas de drogadicción se incorporen al tratamiento?
Desde hace muchos años se sabe que la “brecha en el tratamiento” es enorme, es decir, entre todos aquellos que necesitan tratamiento para un trastorno de uso de sustancias, son pocos los que lo reciben. En el 2007, 23.2 millones de personas de 12 años de edad o mayores Necesitaban tratamiento para una droga ilícita o un problema de alcohol, pero solamente 3.9 millones recibieron tratamiento en una institución especializada en abuso de sustancias.
Para reducir esta brecha se requiere emplear un enfoque polifacético. Entre las estrategias se encuentran aumentar el acceso a tratamientos eficaces, lograr paridad en los seguros (actualmente está en la primera etapa de implementación), reducir el estigma y concientizar más a los pacientes y los profesionales de la salud en cuanto al valor del tratamiento para la adicción.
Para ayudar a los médicos a identificar si sus pacientes necesitan tratamiento y remitirlos adecuadamente, el NIDA fomenta el uso generalizado de programas de detección, intervención breve, remisión y tratamiento (“Screening, brief intervention and referral to treatment” o SBIRT, por sus siglas en inglés) en centros de atención primaria.
Se ha demostrado la eficacia de las herramientas de SBIRT contra el uso de tabaco y alcohol y su potencial no sólo para captar personas antes de que los problemas de drogas empeoren, sino para encaminarlas hacia los proveedores de tratamientos adecuados.
¿Cómo pueden los familiares y las amistades ayudar a cambiar la vida de la persona que necesita tratamiento?
La familia y las amistades pueden desempeñar un papel esencial en cuanto a la motivación que les den a las personas con problemas de drogas para que entren y permanezcan en el tratamiento. La terapia familiar también puede ser importante, especialmente para los adolescentes.
La participación de un miembro de la familia o pareja en el programa de tratamiento del adicto puede fortalecer y ampliar los beneficios del mismo.
¿A dónde pueden acudir los miembros de la familia para informarse sobre las opciones de tratamiento?
En Mexico los Centros Nueva Vida, Ayudan a Prevenir el consumo inicial de tabaco, alcohol y otras drogas ilegales.
Detectar en forma temprana a adolescentes y jóvenes con riesgo para el consumo de drogas.
Intervenir en forma temprana y oportuna, a nivel individual y familiar para disminuir el riesgo de consumo de drogas.
Intervenir en forma temprana a quienes han iniciado el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas.
Derivar a instituciones o centros especializados a quienes requieren tratamientos más prolongados.
Prevenir recaídas y promover la reinserción social de quienes han recibido tratamiento especializado, cerca de sus comunidades.
Y los Centros de Integragración Juvenil ( CIJ), proporcionan servicios de prevención y tratamiento para atender el consumo de drogas, estos Centros pertenecen al Sector Salud y son servicios proporcionados por el Estado.
Existen también Clínicas Privadas o centros de Rehabilitación para Adicciones que ofrecen Servicios Residenciales de muy variados costos, pero es un hecho que en los últimos 5 años se ha incrementado la oferta de estas clínicas o centros en toda la Republica Mexicana.
No dejo pasar por alto los Centros de Servicios Gratuitos de AA 24 Horas, conocidos como anexos, que el Sector Salud ha estado teniendo bajo estricto control y que ofrecen servicios residenciales mayoritariamente a personas de bajos recursos.
¿Cuáles son las necesidades especiales de las mujeres con trastornos de consumo de sustancias?
El tratamiento del abuso de drogas específico según el sexo del paciente debe enfocarse no sólo en las diferencias biológicas sino también en los factores sociales y ambientales, ya que todos ellos pueden influir en las motivaciones para usar drogas, las razones para buscar tratamiento, los tipos de ambiente donde es tratada la persona, los tratamientos más eficaces y las consecuencias de no recibir tratamiento.
Muchas circunstancias de la vida afectan a las mujeres de modo preferencial, lo cual requiere un enfoque de tratamiento especializado. Por ejemplo, las investigaciones han demostrado que el trauma físico y sexual seguido del trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) es más común en las mujeres drogadictas que en los hombres que buscan tratamiento. Otros factores distintivos en las mujeres que pueden influir en el proceso de tratamiento abarcan cuestiones relacionadas con el embarazo y el cuidado de niños, la independencia financiera y la manera en la que ingresan al tratamiento (ya que es más probable que las mujeres busquen ayuda de un profesional de la salud general o mental).
¿Cuáles son las necesidades especiales de los adolescentes con trastornos de consumo de sustancias?
Los adolescentes con problemas de drogadicción tienen necesidades especiales que surgen de la inmadurez neurocognitiva y psicosocial de esa etapa de desarrollo. Las investigaciones han demostrado que el cerebro atraviesa un proceso prolongado de desarrollo y refinamiento, desde el nacimiento hasta la adultez temprana, durante el cual ocurre un cambio madurativo en el que las acciones pasan de ser más impulsivas a ser más razonadas y meditadas.
De hecho, las áreas del cerebro más estrechamente vinculadas con los aspectos del comportamiento, como la toma de decisiones, el juicio, la planificación y el autocontrol, atraviesan un periodo de desarrollo rápido durante la adolescencia.
El abuso de drogas en adolescentes también suele asociarse a otros problemas de salud mental concurrentes. Entre ellos se incluye el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno de oposición desafiante y problemas de conducta, así como trastornos depresivos y de ansiedad. Este periodo de desarrollo también se ha asociado con el abuso físico o sexual y dificultades académicas.
Los adolescentes son particularmente sensibles a las señales sociales y las familias y las amistades ejercen gran influencia durante esta etapa. Por lo tanto, los tratamientos más eficaces son aquellos que facilitan la participación positiva de los padres, incorporan otros sistemas en los que participan los adolescentes (como la escuela y los deportes) y reconocen la importancia de relaciones con sus compañeros que sean beneficiosas para la sociedad. Igualmente, forman parte integral del manejo de la adicción de los adolescentes la posibilidad de hacer evaluaciones exhaustivas, el acceso a tratamiento, el manejo de casos y los servicios de apoyo para la familia que sean apropiados en términos de desarrollo, cultura y sexo.
También pueden resultar útiles los medicamentos para el abuso de sustancias entre adolescentes. Actualmente, el único medicamento para la adicción en adolescentes aprobado por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, es el parche de nicotina transdérmico.
Se están realizando investigaciones para determinar la seguridad y eficacia de medicamentos para adolescentes dependientes de la nicotina, el alcohol y los opioides y para adolescentes con trastornos concurrentes.
¿Existen tratamientos específicos para la drogadicción en la vejez?
Con el envejecimiento de la generación de la posguerra (“baby boomers”), la composición de la población se cambiará de forma dramática con respecto al incremento que ocurrirá en la proporción de adultos mayores. Un cambio así, aunado a un mayor historial de uso permanente de drogas (en comparación con las generaciones anteriores), normas culturales y actitudes generales diferentes en cuanto al uso de drogas, y un aumento en la disponibilidad de medicamentos psicoterapéuticos, podría provocar un incremento en el número de adultos mayores con problemas de abuso de sustancias.
Aunque todavía no se han diseñado programas de tratamiento para las drogas exclusivamente para adultos de mayor edad, las investigaciones existentes indican que los programas de tratamiento de la adicción pueden ser tan eficaces para adultos mayores como lo son para adultos más jóvenes. No obstante, los problemas de abuso de sustancias en la vejez suelen pasar desapercibidos y, por lo tanto, no ser tratados.
¿Existen tratamientos para las personas adictas a los medicamentos de prescripción?
El uso de medicamentos de prescripción para fines no médicos aumentó dramáticamente en la década de los noventa y se mantiene en niveles altos. En el 2007, aproximadamente 7 millones de personas de 12 años de edad o mayores reportaron el uso con fines no médicos de algún medicamento de prescripción. Los medicamentos que se abusan con más frecuencia son los analgésicos narcóticos (es decir, las sustancias opioides: 5.2 millones de personas), los estimulantes (p. ej., el metilfenidato y la anfetamina: 1.2 millones) y los depresores del sistema nervioso central (p.ej., las benzodiacepinas: 2.1 millones).
Al igual que muchas drogas ilícitas, estos medicamentos alteran la actividad cerebral y pueden provocar muchas consecuencias adversas, entre ellas, la adicción. Por ejemplo, los analgésicos 26 opioides, como la hidrocodona (Vicodina) o la oxicodona (OxyContin), pueden presentar riesgos para la salud semejantes a los de las sustancias opioides ilícitas (p. ej., la heroína) dependiendo de la dosis, la vía de administración, la combinación con otras drogas y otros factores.
Como resultado de esto, el aumento en el uso no médico ha estado acompañado de un incremento en las visitas a las salas de emergencia, envenenamiento accidental y admisiones para recibir tratamiento para la adicción. Los tratamientos para los medicamentos de prescripción tienden a parecerse a aquellos empleados para las drogas ilícitas que afectan los mismos sistemas cerebrales. Así, se usa la buprenorfina para tratar la adicción a los analgésicos opioides, y las terapias de la conducta pueden ser eficaces para la adicción a estimulantes o a depresores del sistema nervioso central (para la cual aún no existen medicamentos)
¿Hay alguna diferencia entre la dependencia física y la adicción?
Sí. De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (“Diagnostic and Statistic Manual of Mental Disorders” o DSM), los criterios clínicos para la “drogodependencia” (o lo que denominamos adicción) abarcan el consumo compulsivo de las drogas a pesar de las consecuencias perjudiciales; la incapacidad para dejar de usar una droga; el incumplimiento con las obligaciones laborales, sociales o familiares y, en ocasiones (según la droga), la tolerancia y la privación o abstinencia.
Esto último refleja una dependencia física en la que el cuerpo se adapta a la droga, por lo que requiere cantidades mayores de la misma para lograr un determinado efecto (tolerancia) y provoca síntomas físicos o mentales específicos si la droga se interrumpe abruptamente (privación o abstinencia).
La dependencia física puede ocurrir con el uso crónico de muchas drogas, incluso cuando se prescribe un uso médico apropiado. Así, la dependencia física en sí misma no constituye adicción, pero a menudo la acompaña. Esta distinción puede ser difícil de discernir, sobre todo con los analgésicos de prescripción, en los que la necesidad de aumentar las dosis puede representar tolerancia o agravamiento de un problema subyacente, en contraste con el comienzo del abuso o adicción.
¿Puede una persona volverse adicta a psicoterapéuticos prescritos por un médico?
Si bien es un escenario que no ocurre con frecuencia, es posible. Puesto que algunos psicoterapéuticos conllevan un riesgo asociado de adicción (p. ej., los estimulantes para tratar el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, las benzodiacepinas para tratar la ansiedad o los trastornos del sueño y los opioides para tratar el dolor), es importante que los pacientes sigan rigurosamente las instrucciones del médico y que los médicos vigilen muy bien a los pacientes.
Para reducir estos riesgos, el médico (u otro profesional de la salud que prescriba uno de estos medicamentos) debe estar consciente de los problemas actuales y anteriores de abuso de sustancias del paciente, así como los antecedentes familiares en cuanto a la adicción. Esto permitirá determinar el riesgo y la necesidad de monitoreo.
Cuando hay otros trastornos mentales concurrentes con la drogadicción, ¿cómo afectan el tratamiento para la adicción?
La drogadicción es una enfermedad del cerebro que con frecuencia se presenta junto con otros trastornos mentales. De hecho, hasta 6 de cada 10 personas con un trastorno de uso de sustancias ilícitas también padecen de otra enfermedad mental, y los índices son semejantes para los usuarios de drogas lícitas, es decir, el tabaco y el alcohol. Para estas personas, un problema se hace más difícil de tratar con éxito ya que está entrecruzado con otro problema adicional. De este modo, los pacientes que entran en tratamiento ya sea por un trastorno de abuso de sustancias u otro trastorno mental deben ser evaluados para comprobar la co-ocurrencia del otro problema.
Las investigaciones indican que tratar ambas (o varias) enfermedades simultáneamente de manera integrada suele ser el mejor enfoque de tratamiento para estos pacientes.
¿No es acaso el uso de medicamentos como la metadona y la buprenorfina un simple reemplazo de una drogadicción por otra?
No. Debido a la forma en que son usadas en las terapias de mantenimiento, la buprenorfina y la metadona no son reemplazos de la heroína o de otras sustancias opioides.
Estos medicamentos son prescritos y administrados en condiciones de control y monitoreo; además son seguros y eficaces para tratar la adicción a los opioides cuando se usan debidamente. Se administran por vía oral o sublingual (debajo de la lengua) en dosis específicas y sus efectos farmacológicos son marcadamente diferentes a los de la heroína y otras sustancias opioides objeto de abuso.
La heroína, por ejemplo, se suele inyectar, inhalar o fumar y casi de inmediato provoca una “oleada” o breve periodo de euforia, que desaparece rápidamente y termina en una “caída”. El usuario experimenta un deseo intenso de consumir más heroína con el fin de parar la caída y restablecer la euforia.
El ciclo de euforia, caída y deseo vehemente (a veces repetido varias veces al día) es una marca distintiva de la adicción y produce un trastorno grave del comportamiento.
Estas características se deben a la rapidez con que comienza a actuar la heroína y la corta duración de su acción en el cerebro.
Debido a la forma en que son usadas en las terapias de mantenimiento, la metadona y la buprenorfina no son reemplazos de la heroína o de otras sustancias opioides. Por el contrario, la metadona y la buprenorfina entran en acción de manera gradual y producen niveles estables de la droga en el cerebro; como resultado, los pacientes mantenidos con estos medicamentos no experimentan oleadas, a la vez que reducen considerablemente su deseo de usar sustancias opioides.
Si una persona tratada con estos medicamentos intenta tomar un opioide como la heroína, los efectos eufóricos suelen quedar disminuidos o bloqueados. Los pacientes en tratamiento de mantenimiento no sufren las anormalidades fisiológicas y conductuales que causan las fluctuaciones rápidas en los niveles de la droga asociadas al uso de heroína. Los tratamientos de mantenimiento salvan vidas y ayudan a estabilizar a los pacientes, lo que permite que se les trate otros problemas médicos, psicológicos y de otra índole, por lo que estas personas pueden desempeñarse de manera eficaz como miembros de familia y de la sociedad.
¿Cómo pueden los programas de 12 pasos y de autoayuda encajar dentro del tratamiento para la drogadicción?
Los grupos de autoayuda pueden complementar y ampliar los efectos del tratamiento profesional. Los mejores grupos de autoayuda son los que están afiliados a Alcohólicos Anónimos (AA), Narcóticos Anónimos (NA), todos ellos basados en el modelo de los 12 pasos. Casi todos los programas de tratamiento de la drogadicción animan a los pacientes a participar en un grupo de autoayuda durante y después del tratamiento formal. Estos grupos pueden ser especialmente útiles durante la recuperación, ya que ofrecen un nivel adicional de apoyo comunitario, lo que ayuda a las personas a conseguir y mantener la abstinencia y otros estilos de vida saludables con el paso del tiempo.
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